Los límites no te alejan: te protegen.
Cuando pensamos en la palabra «límites», muchas veces la asociamos con conflicto, egoísmo o con hacerle daño a alguien. Sin embargo, los límites son una parte fundamental del bienestar psicológico y de las relaciones sanas. Ponerse límites no significa alejarse de los demás, sino más bien acercarse a uno mismo.

¿Qué son los límites?
Los límites son líneas invisibles que nos ayudan a diferenciar lo que es nuestro (nuestros valores, opiniones, principios, hábitos, necesidades y deseos) de lo que pertenece a los demás. Nos permiten tener una identidad clara y respetarnos, y también enseñan a los otros cómo tratarnos.

Sin límites, es fácil perdernos. Podemos empezar a actuar por miedo al rechazo, por necesidad de aprobación o por evitar conflictos. Pero cuando vivimos así, corremos el riesgo de olvidarnos de nuestras propias necesidades y valores.

«Si no soy para mí, ¿quién soy?»

¿Por qué es importante poner límites?
● Nos permite ser auténticos: Cuando expreso lo que pienso y necesito, me reafirmo como una persona independiente, con criterios propios.
● Evita relaciones desequilibradas o abusivas: Si no marco límites, es más probable que los demás se aprovechen, incluso sin querer.
● Me ayuda a tomar decisiones: Si sé lo que quiero y lo que no quiero, será más fácil dirigir mi vida sin arrepentirme después.
● Me siento mejor conmigo mismo: Decir “no” cuando algo no encaja conmigo también es una forma de autocuidado.
¿Por qué nos cuesta tanto?
Muchas veces, lo que nos frena no es la situación en sí, sino nuestras creencias. Algunas ideas comunes son:
● «Si pido algo, la otra persona se va a molestar o sentirse presionada.» Pero… ¿cómo sé cómo se va a sentir? ¿Y si se siente bien porque le estoy mostrando que confío en ella?
● «Si digo que no, decepcionaré o seré una mala amiga.» ¿Todas las peticiones deben aceptarse? ¿Siempre? Ser buen amigo no significa decir sí a todo, sino ser sincero y respetuoso.
● «Es más fácil decir que sí que enfrentarme al malestar del otro.» Puede que sea más fácil a corto plazo, pero… ¿qué pasa cuando ese “sí” se convierte en frustración o agotamiento?

Cómo empezar a poner límites de forma sana

Decir “no” o pedir algo no tiene por qué ser una guerra. Aquí te dejo algunas claves para hacerlo de forma asertiva:

A la hora de pedir un favor:
1. Sé claro y amable.
2. Explica qué necesitas y por qué.
3. Agradece si aceptan.
4. Si dicen que no, busca alternativas, sin enfadarte.
5. No esperes a estar desesperado para pedir.

A la hora de decir que no:
1. Recuerda que tienes derecho a negarte.
2. Escucha bien la petición y responde con claridad.
3. No te justifiques de más: si no quieren entenderte, tampoco tienes que convencerlos.
4. Sé firme pero amable.
5. Si quieres, ofrece una alternativa (por ejemplo, hacerlo otro día).

Los límites no son muros, son puertas
Poner límites no es distanciarse, es definir dónde estoy yo y dónde estás tú. Es construir relaciones donde ambos sabemos lo que podemos esperar del otro. Es cuidarme sin dejar de cuidar. Es quererme sin dejar de querer.

Y sobre todo, ponerme límites también es una forma de decirme: «tú también importas”.

 

Firmado por: Natalia Villanueva Pariza